El cuarteto BRODSKY hará gala de su virtuosismo en el Palacio de Bellas Artes
Bitacora CDMX
REDACCIÓN
El Cuarteto Brodsky se ha caracterizado por su curiosidad natural y su insaciable deseo de explorar diversas direcciones artísticas lo que les ha permitido tener no sólo una presencia prominente en la escena internacional de música de cámara, sino también una trayectoria musical rica y variada.
El programa de esta presentación inicia con Metro Chabacano es la versión para cuarteto de la pieza para orquesta de cuerdas llamada Canción de tierra y esperanza, compuesta por Javier Álvarez en 1986. Como música incidental, Metro Chabacano se escuchó en la instalación Centinelas del desierto de Carlos Limenes, montada en la referida estación en septiembre de 1991; ésta constó de una especie de cinta transportadora de banda o escalera sobre la cual pasaban una y otra vez maniquís, evocando el movimiento reiterado de los trenes del metro.
“La noche juega con los ruidos / copiándolos en sus espejos / de sonidos”, escribió Xavier Villaurrutia en Eco, poema que sirvió de epígrafe a Mario Lavista para Espejos de la noche. Construida a base de armónicos, esta obra trama una poética de la presencia, pues solo percibimos los sonidos reflejados de los sonidos fundamentales, los cuales se hacen presentes en su desdoblamiento, en su reflejo sonoro, como una especie de fantasmas aurales. Los armónicos se producen rozando las cuerdas con un delicado movimiento del arco y una leve presión de los dedos de la mano izquierda sobre ellas, técnica que nos adentra en la cualidad tímbrica del sonido y que requiere de una pericia particular.
Al tiempo que la Unión Soviética detonaba su primera bomba atómica en un sitio de pruebas nucleares al noroeste de Kazajistán, Dmitri Shostakovich compuso su Cuarteto de cuerdas en re mayor, Op. 83 y La canción del bosque Op. 81, esta última para celebrar el proyecto de reforestación de la estepa rusa que había quedado destruida tras la Segunda Guerra Mundial. Al final de esta obra se canta: “¡Gloria al Partido de Lenin! ¡Gloria eterna para los rusos! ¡Gloria al sabio Stalin!”. Pese a que parte de su obra elogió a Stalin, la relación de Shostakovich con el régimen soviético fue compleja. Al evocar a la música popular judía en el Cuarteto para cuerdas, y en el Concierto para violín Op. 77, Shostakovich expresó su rechazo al antisemitismo, dejando expuesto así su complejo pensamiento político y su reacción a veces incierta frente a los autoritarismos.
Ravel escribió su único cuarteto para cuerdas a los 27 años, mientras asistía a clases de composición en el Conservatorio de París con su profesor Gabriel Fauré, a quien dedicó el Cuarteto para cuerdas en fa mayor. Para esta obra, Ravel tomó como referencia el Cuarteto Op. 10 de Claude Debussy y los cuartetos de Mozart y Haydn, sin embargo, incluyó también ritmos cruzados típicos del País Vasco y elementos del jazz, género que le interesó a lo largo de su vida.
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