REDACCIÓN

Integrada con obras del Museo Nacional de San Carlos y pinturas recientes de Juan Carlos del Valle, la muestra Relumbrante oscuridad. La manifestación del misterio – que se exhibió en dicho recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes- fue concebida como un encuentro entre conciencias artísticas que han representado lo intangible o inexplicable, el misterio.

Ahora, con la finalidad de acercar al público al gran legado del arte universal, se publica el catálogo de la exposición en el cual se puede apreciar el diálogo que se dio entre el neo-romanticismo del pintor mexicano Juan Carlos del Valle y las obras de los grandes maestros Francisco de Goya, Alberto Durero, Pierre Puvis de Chavannes, Luigi Calamatta y Alexander Rapin.

El presente catálogo recoge ensayos que abordan la obra del artista mexicano y su relación con el arte europeo, su manera de cómo recurre al arte del pasado para mostrar en el presente su visión del mundo, entre la oscuridad y la luz.

La curadora de la exhibición y crítica de arte, Blanca González, señala que el concepto curatorial, estructurado a partir del presente, relacionó el pensamiento pictórico de Juan Carlos del Valle con planteamientos estéticos similares provenientes de distintos espacios y tiempos.

“Similar en sus temáticas a las del romanticismo oscuro, la obra de Del Valle permitió ubicar la presencia de un espíritu transromántico que vincula conciencias artísticas del pasado y del presente, desde el Renacimiento hasta el siglo XXI”.

Y agrega: “entre las obras de la colección del MNSC que coinciden con las estéticas del romanticismo oscuro, se encuentra la espléndida serie de grabados Los Caprichos de Francisco Goya que, editadas en 1799, son el inicio de una poética que culmina con sus famosas Pinturas negras”.

Otra extraordinaria obra del Museo Nacional de San Carlos “que no sólo permite establecer similitudes y diferencias, sino que demuestra la transtemporalidad del romanticismo oscuro, es El caballero, la muerte y el diablo de Alberto Durero”, obra que permite establecer comparaciones sobre el uso y el significado que han tenido los seres fantásticos en las conciencias artísticas de distintos tiempos y espacios.

Sobresaliente en el escenario pictórico por sus perturbadoras y emotivas atmósferas cromáticas, Juan Carlos del Valle (1975) ha explorado, desde el inicio de su trayectoria, el potencial expresivo que ofrecen las calidades tonales de la oscuridad. Interesado en sugerir la existencia de distintas dimensiones de realidad en el contexto de una misma representación, el pintor ha desarrollado una propuesta en la que lo real se disuelve y reinventa en su unión con la ficción.

Al igual que el Romanticismo oscuro que se desarrolló entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX, la obra de Juan Carlos del Valle se impone con estéticas sublimes en las que lo fantástico, terrorífico y místico borra los límites entre la realidad y la fantasía. En su obra, la oscuridad desestabiliza lo misterioso, manteniendo una sutil tensión entre lo real y la ficción.

Sustentado en la imaginación mística, fantástica o crítica, el Romanticismo oscuro reinterpreta versiones literarias de la religión católica y de cuentos de hadas, representa la fragilidad humana ante la tentación y el poder, da visibilidad al terror y hurga en escenas nocturnas diluyendo siempre los límites entre la realidad y la ficción.

Juan Carlos del Valle estudió con Demetrio Llordén y José Manuel Schmill. Ha presentado de manera individual exposiciones en nuestro país, así como en Estados Unidos y Perú. Sus investigaciones estéticas se enfocan principalmente en obras de Rembrandt, Velázquez, Sorolla y Zuloaga, así como de Herrán y Gedovius.

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